Ingredientes:
- Un vaso pequeño de agua templada
- La mitad del mismo vaso de aceite de oliva (virgen extra, claro)
- Harina (la que admita)
- Una cucharadita pequeña de levadura en polvo
- Sal
- También podemos añadir unas semillas de sésamo.
Con estas cantidades de agua y aceite salen bastantes picos, como para un aperitivo de 4 ó 5 personas. Si queremos más, es fácil, la cuestión está en poner la mitad de volumen de aceite que de agua y aumentar la cantidad de levadura proporcionalmente.
Precalentamos el horno a 175ºC.
En un bol ponemos el agua templada con una pizca de sal y la levadura y removemos con las varillas hasta que se disuelvan. Añadimos el aceite y volvemos a mezclar. Luego añadimos la harina y movemos bien con las varillas hasta que esté espeso y ya no se pueda trabajar con ellas. Entonces seguimos añadiendo harina y amasamos con las manos, hasta que tengamos una bola de masa elástica que no se nos pegue a los dedos ni al bol.
Damos forma a los picos cogiendo pellizcos de masa y haciendo “churros” con los dedos. Por eso digo que se pueden usar niños para esto. También podemos hacer un churro largo y fino y cortarlo en trozos con un cuchillo, pero quedan más feos.
Otra forma es estirar la masa con el rodillo hasta que tenga el espesor de una galleta fina y cortarla en rectángulos con un cuchillo. Si se hacen así se pueden espolvorear con sal gorda.
Una nota preventiva: cuando empiezas a picotearlos, es imposible parar. Así que la que avisa no es traidora.
Se conservan bastante bien 3 ó 4 días en una lata hermética. Aunque nunca duran tanto.
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