
Ingredientes:
- Fresones, con sus hojitas, lavados y secados
- 1 tableta de chocolate Lindt Mint Intense
Así de fácil. Están riquísimos.
En una cazuela ponemos el jugo de piña junto con el azúcar y las especias y dejamos cocer a fuego suave durante unos 10-15 minutos. Añadimos la piña cortada en trozos y dejamos hervir unos 5 minutos más. Se deja enfriar tapado y se guarda en la nevera.
Lo primero es blanquear las pieles de naranja, poniéndolas a hervir durante unos 5 minutos. Luego las escurrimos, las aclaramos y volvemos a poner a hervir en agua limpia durante otros 5 minutos. Esto se hace para quitarle el sabor amargo de la parte blanca de la piel. Tras la segunda cocción, escurrimos bien. Con estos tiempos, quedan ligeramente amargas, si nos gusta aún menos amargas se pueden cocer tres veces en vez de dos, siempre usando agua limpia para cada cocción.
Disolvemos en 250ml de agua los 250grs de azúcar, a fuego suave, sin que llegue a hervir para hacer un almíbar simple. No debe hacerse caramelo, así que hay que estar atentos a que no hierva. Cuando se haya disuelto y empiece a espesar, añadimos las pieles de naranja mezclamos bien y tapamos la cazuela. Dejamos cocer durante 1 hora, a fuego mínimo SIN DESTAPAR ni una vez, ya que si destapamos se evaporaría el agua, se caramelizaría el azúcar y se nos estropearía todo. Pasada esa hora, apagamos el fuego, sacamos las pieles de naranja y las ponemos a secar y enfriar sobre una rejilla o sobre un papel vegetal, separadas unas de otras.
Derretimos el chocolate en una cazuela y vamos mojando una a una las pieles de naranja confitadas de manera que queden bien cubiertas, y las vamos poniendo a secar en un papel vegetal o la misma rejilla.
Se conservan varios días en la nevera dentro de un tupper o una lata hermética, si es que duran, claro, que con estas cosas todo es ponerse a picotear...
También se puede utilizar piel de limón o de mandarina o de pomelo.
Precalentar el horno a 125ºC, con calor sólo por abajo.
Opcional:
Pelamos las manzanas y las cortamos en rodajas como de medio centímetro de espesor. En un recipiente que pueda ir al microondas, ponemos una capa de manzana, espolvoreamos con canela y azúcar, otra capa de manzanas... y así hasta que nos quedemos sin manzanas. Regamos con un chorrito de coñac y metemos 5 minutos en el microondas a temperatura máxima. Dejamos reposar unos 10 minutos (o hasta que terminemos de comer) y listo.
Ponemos las castañas a cocer en agua durante unos 10 minutos. Las escurrimos, dejamos enfríar y las pelamos (lo de cocerlas un poco es un truqui para que se pelen más fácil).
Una vez peladas las castañas las ponemos en la olla, cubrimos con la leche, añadimos el azúcar y la rama de canela y cocemos hasta que las castañas estén bien blandas.
Cuando estén listas, las escurrimos y las pasamos por el pasapurés y por la batidora, que no queden grumos. Añadimos un chorrito (unas 3 ó 4 cucharadas) de ron y la taza de café y mezclamos bien. Conviene añadir el café poco a poco, ya que tiene que quedar una crema bastante espesa.
Montamos muy bien la nata, sin azúcar, y la mezclamos, con cuidado con la crema de castañas. Ponemos en cuencos o copas individuales y guardamos en la nevera hasta el momento de servir.
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Hacemos el zumo de sandía como he puesto arriba y en una fuente no demasiado profunda lo metemos en el congelador. Cada hora u hora y media movemos bien el zumo, despegándolo de la bandeja para que se congele sin hacer un bloque. si se hace a media mañana, para después de comer está perfecto.
En caso de que se congele del todo y se haga un bloque lo desmoldamos y lo metemos en la batidora para picarlo.
POLOS DE SANDÍA
GAZPACHO DE SANDÍA
Ingredientes:
Hacemos el gazpacho poniendo en el vaso de la batidora la sandía, reservando unos dados para luego adornar, y los tomates y batiendo muy bien. Salpimentamos al gusto.
Luego hacemos un aceite de albahaca, mezclando con la batidora aceite y albahaca fresca y con él aliñamos el gazpacho, que se sirve muy frío.
Hace unos días puse la receta del clafoutis de albaricoque. Como la repostería no es lo mío, me limito a las cosas que me salen bien. Hoy he hecho uno de cerezas y otro de melocotón. La única diferencia con la receta que puse es que a esta le he añadido un queso de burgos envasado que tenía por la nevera y que no sabía que hacer con él... ha sido un impulso. Esta es la prueba de que se pueden hacer con mil cosas distintas.
Precalentamos el horno a 200º.
Si se va a utilizar vainilla, empezamos calentando a fuego medio la nata en un cazo con la vaina de vainilla sin que llegue a hervir, sólo necesita templarse. Apagamos el fuego y dejamos que se vaya enfriando y aromatizándose.
Si no vamos a usar vainilla, la receta empieza aquí: En un bol batimos los huevos enteros con las varillas, cuando están bien batidos, añadimos el azúcar y batimos de nuevo y cuando esté bien integrada, ponemos la harina y mezclamos bien. Vamos añadiendo la harina batiendo para que no se hagan grumos, y luego añadimos la leche mezclada con la nata y el licor (si hemos usado vainilla habrá que colar la nata para quitar la vaina de vainilla y la nata tendrá que estar ya a temperatura ambiente, si está caliente se cuajarán los huevos...).
Para un clafoutis grande: cubrimos el fondo de un mode de horno engrasado con mantequilla y que no sea muy alto, con las mitades de albaricoque y sobre la fruta ponemos la crema que hemos preparado, de manera que quede bien cubierto. Lo metemos en el horno durante unos 40 minutos, o hasta que al pincharlo la aguja salga seca. Cuando esté hecho, espolvoreamos con azúcar y lo metemos un par de minutos debajo del grill.
Si vamos a hacer clafoutis individuales: cubrimos el fondo de un molde de soufflé individual, que habremos untado de mantequilla, con albaricoques cortados en cuartos y lo cubrimos con la crema. Metemos en el horno durante 15 ó 20 minutos. Y también lo doramos con azúcar debajo del grill.
Se sirven sin desmoldar, así que hay que tenerlo en cuenta al elegir el molde, que sea mono. Yo suelo usarlos de loza blanca. Pero también puede hacerse tipo tarta, forrando el molde con masa quebrada (congelada o hecha en casa).
Para el flan:
Precalentamos el horno a 180ºC y metemos dentro un molde de flan para que se caliente y ponemos agua a hervir en la kettle o en un cazo.
En un cazo ponemos los ingredientes para hacer el caramelo, los mezclamos bien y los ponemos a fuego medio hasta que obtengamos un caramelo dorado apartar del fuego en cuanto empiece a oscurecerse demasiado para que no espese demasiado y no quede sólido. En cuanto esté listo sacamos la flanera que teníamos calentando en el horno y vertemos el caramelo en ella. La apartamos mientras preparamos el flan.
Para hacer el flan, calentamos en un cazo a fuego medio-suave, la leche con la nata, hasta que empiece a hervir. Mientras se calienta, en un bol de cristal batimos el azúcar con los huevos y las yemas durante un par de minutos y añadimos la vainilla o ralladura de limón. Entonces, sin dejar de batir, añadimos muy poco a poco la mezcla de leche y nata. Es muy importante hacerlo poco a poco, con un chorrito fino, ya que si ponemos demasiada cantidad de líquido casi hirviendo de una vez, cuajarán las yemas en vez de conseguir una crema homogénea.
Vertemos la mezcla en la flanera en la que tenemos reservado el caramelo y metemos en el horno, dentro de una bandeja de pyrex que llenaremos de agua hirviendo hasta la mitad de la flanera, para hacer el flan al baño María. Es posible que la flanera flote en el agua pero no pasa nada.
Dejamos cocer al baño maría durante unos 35-40 minutos, o hasta que al pinchar en el centro del flan con un cuchillo o una brocheta, salga limpia.
Una vez hecho, dejamos enfriar dentro del molde hasta que esté a temperatura ambiente y luego en la nevera durante 3 ó 4 horas. En el momento de servir, desmoldamos con cuidado para que no se rompa pasando un cuchillo afilado por el borde y luego dándole la vuelta sobre un plato de servir.
Precalentamos el horno a 180ºC.
En un bol que habremos metido un rato en el congelador ponemos la nata y batimos con las varillas (de mano o eléctricas) hasta que esté medio montada pero aún líquida. Como para el café irlandés de verdad. Entonces añadimos el azúcar y montamos un poco más pero solo lo justo para mezclar muy bien.
Añadimos las yemas, una a una batiendo despacio, sin que se monte ni se desmonte la nata y la ralladura que hayamos decidido usar. Aparte mezclamos la harina con la levadura y luego la añadimos a la mezcla anterior batiendo suavemente, para que no queden grumos.
En otro bol batimos las claras a punto de nieve (se sabe que están listas dándole la vuelta al bol, si no se caen, están a punto de nieve, también se sabe porque si sacamos las varillas se hacen piquitos como si fuera un merengue) y las añadimos a la mezcla anterior con mucha suavidad y movimientos envolventes de las varillas hasta que esté todo mezclado.
Ponemos la mezcla en un molde untado con mantequilla o aceite y metemos en el horno durante 45 minutos aproximadamente, o hasta que al pinchar con una brocheta esta salga limpia. Si se dora demasiado por encima cubrir con papel de aluminio.
Se puede añadir a la masa, después de la harina y antes de añadir la nata montada, un puñado de pasas o de frutas confitadas, que habremos lavado y pasado por harina para que no se vayan al fondo del bizcocho. También se puede aromatizar con agua de azahar.
En un cazo calentamos la leche, con el azúcar, una rama de canela y la peladura de limón, hasta que el azúcar se haya disuelto y esté a punto de hervir. Apagamos el fuego y dejamos que se enfríe, tapado, hasta que esté a temperatura ambiente.
Mojamos las rebanadas de pan en la leche, que queden bien empapadas, o se quedarán secas. Las pasamos por huevo batido, con cuidado de que no se rompan, el pan empapado en leche es algo difícil de manejar… y las freímos en aceite bien caliente.
Cuando las saquemos del aceite, las dejamos escurrir sobre un papel de cocina y luego las espolvoreamos con azúcar y canela. También se pueden regar con un almíbar de miel (mitad miel y mitad agua o mitad miel y mitad vino dulce).