lunes, 8 de octubre de 2007

He pecado.


Lo confieso. He cometido el peor de los sacrilegios. La herejía más espantosa. Después de tanto escribir sobre la perfecta taza de té. Sobre calentar la tetera. Sobre el espanto que me producen las bolsitas de té: esta mañana me he tomado un té de la máquina del despacho. Qué horror. ¡¡¡Qué pecado!!! Espero ser capaz de perdonármelo algún día. Y el tener frío no es excusa.

2 comentarios:

Jeremías Pinkerton dijo...

¡¡¡TE VAS A CONDENAR!!!

Cuaderno de Cocina dijo...

Y para varias eternidades